Ya sabemos que las grandes empresas y la administración pública cuentan, en sus departamentos de recursos humanos, con soluciones de control de presencia que les permiten gestionar y controlar la asistencia, los retrasos, el absentismo laboral y las horas trabajadas de sus empleados.
Sin embargo, muchas pymes se plantean la necesidad de instalar un reloj de fichar para el control de presencia de sus empleados pero dudan sobre la rentabilidad de una solución de control horario para un volumen bajo de trabajadores.
Con un sencillo cálculo de tiempos podemos descubrir como un sistema de control de presencia básico, compuesto por un terminal biométrico o de tarjetas RFID y un software de gestión horaria sencillo puede ser rentabilizado rápidamente. Veamos:
Si en una empresa con 10 trabajadores cada empleado, entre la entrada por la mañana, el regreso del desayuno y la entrada por la tarde, acumula 10 minutos de retraso cada día, la empresa asume 2.200 minutos al mes no trabajados.
¿Has pensado alguna vez cuánto tiempo pagado pero no trabajado supone esta situación?
¡¡Más de 36 horas no trabajadas!!
Lo que supone el equivalente a casi una semana de trabajo. Una semana de sueldo, seguridad social, IRPF y demás gastos generales que la empresa paga por un tiempo no productivo.
Con los números que acabamos de ver, es evidente que un sistema de control de tiempos se convierte en algo imprescindible para las grandes compañías y para las pequeñas y medianas empresas se trata de un sistema necesario para evitar los malos hábitos laborales y reducir los costes improductivos.
Para una pyme, en términos de rentabilidad, la instalación de un sistema de control de presencia para el control horario de sus empleados es una inversión económica y asequible que, contando con la reducción de costes improductivos, se amortiza en un corto espacio de tiempo aportando unas ventajas y beneficios de forma permanente para la empresa.
Más allá de la rentabilidad directa de una solución de control horario, que como hemos visto se traduce en horas y por tanto en euros, hay que señalar otras ventajas indirectas que no siempre se tienen en cuenta y que favorecen el rendimiento de la empresa, sea cual sea su tamaño.
Cuando se instala un control de presencia aumenta exponencialmente la competitividad de sus trabajadores, fomenta el compromiso por el cumplimiento de sus obligaciones, se reducen al mínimo los tiempos pagados pero no trabajados y elimina los agravios comparativos, tan frecuentes como extendidos en las pequeñas y medianas empresas, entre aquellos trabajadores que cumplen su horario laboral y aquellos que incumplen su horario laboral llegando con retraso reiteradamente, sin ningún tipo de consecuencia negativa.